Aquél era uno de sus días favoritos del año. Su cumpleaños era la excusa perfecta para salir con sus amigos y reírse hasta el anochecer. A sus, desde hoy, veintidós años, Christian no había pasado un tres de Mayo solo, de ello se había ocupado su madre. Pero éste era distinto... Él solamente quería sentarse en su roca favorita desde la infancia, y contemplar el mar.
Cursaba ya tercer año de Biología Marina en la única Universidad de Genaro, misma en la que lo había hecho años atrás la joven que -según rezaba la leyenda- se había transformado en Sirena. Secretamente la envidiaba, él escogió esa carrera porque sentía un inmenso amor al mar y su gran sueño era vivir en él, y ella había vencido sus miedos cuando él apenas era capaz de nadar hasta la "Iglesia de Piedra", completamente sumergida en el mar a apenas 350 metros de la orilla.
Ese día no caminó como de costumbre hacia la facultad, sino al océano. Se apeó a su roca con el viejo y gastado grabado de una sirena que algún estudioso había hecho para marcar el punto desde donde -supuestamente- la mujer saltó, y se quedó ahí, disfrutando la brisa y el agua salada que ésta le traía.
Se imaginó de pronto como espectador de la zambullida de Lidia, imaginó las burbujas llenando la superficie por unos minutos, y luego las vio desaparecer. Una ola romper en la piedra y luego el canto de júbilo de la Sirena celebrando su nueva vida y se vio tentado a hacer lo mismo, hundirse y morir, o hundirse y convertirse en Tritón.
Y sin embargo el día pasó de pronto y nadie osó romper la tranquilidad del mar. Sin embargo el sol se ocultó, y con ella la marea comenzó a subir y recién entonces, entre suspiros cansinos la congoja de un hombre recorrió el mundo.
-Pasó un nuevo día y aún mis miedos son más fuertes que yo... -Y dirigiendo la vista por última vez hacia atrás, volvió sus pasos a la costanera.
De pronto le pareció oír el suave canto de una mujer, que contaba una historia de pescadores y vida bajo el mar. Su único acompañamiento era el sonido de las olas al romper, que iban en perfecta armonía con la canción.
Extrañado, atraído, y sintiéndose ridículo volteó la mirada al sitio que recién había abandonado. Allí una mujer de largos y lisos cabellos negros miraba la frontera, desenredando las hebras negras con un peine de conchas y espinas de pescado. Desde ahí no lograba divisar el resto de su cuerpo, sólo los finos y pálidos brazos y algunas zonas de sus fuertes hombros. Pero Christian no necesitaba ver más. Justo antes de dar los últimos tres pasos que le separaban de la mujer, la música se detuvo y ella volteó su cabeza, mirándole con sus profundos ojos azules.
-Te estaba esperando... -Le sonrió. -Sólo te dolerá un momento -Y sin esperar más, le tendió su mano, misma que el joven, tras terminar de acortar la distancia, cogió. -¿Estás seguro de querer venir?
Christian apretó con fuerza la mano de la joven antes de saltar al mar con una sonrisa, despidiéndose de la única vida que había conocido en sus veintidós años.
Porque él sabía que ese día llegaría, porque él sabía que esa era la mujer que había esperado por tanto tiempo. Porque él sabía que su futuro estaba entre las algas, danzando en las mareas y besando los corales.
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Lo subí al Fotolog, pero lo pongo también aquí para guardarlo ^^
Regalo de Cumpleaños para Christian. Te amo, cariño.
Hace 2 minutos pasó tu cumpleaños, espero hayas sido inmensamente feliz cada segundo...
Sólo hay un día como éste al año, y es el primero que pasamos juntos, de modo que quiero que sea inolvidable para ti... ^^
Claudia Raquel Henríquez Farías.